El carisma es una gracia muy especial. Es un regalo, un don que Dios hace a las almas para el bien de los demás.

Hace más de 200 años en Irlanda, un hombre llamado Edmundo Rice recibió un carisma: el de educar a la juventud necesitada, a los pobres, a los abandonados. Cuando Dios lo llamó para darle esa gracia, Edmundo respondió Sí. Mostró una sensibilidad única a la realidad de la Encarnación aceptando a Cristo presente en cada ser humano, especialmente en el más pobre.

Tomó la decisión de reorientar su vida totalmente y dedicar su riqueza a la fundación de una comunidad religiosa distinta de las conocidas y un apostolado educativo innovador.

Rice funda en 1802 su primer colegio en el establo de calle New Street, Waterford y comienza así la Congregación de los Hermanos Cristianos al servicio de la Iglesia Católica.

El cultivo de la compasión y la atención tierna y cuidadosa fueron característica fundamental de la formación educativa de los Hermanos Cristianos. La compasión es el ambiente que vivifica la educación edmundiana.

Cuando su fundador muere en 1844 la Congregación se había establecido y extendido a varios países.

En 1983 los Hermanos Cristianos en respuesta a los pedidos de la Iglesia, llevaron a cabo una conferencia de representantes de todo el mundo para estudiar el carisma y la espiritualidad de Edmundo Rice. De ella surge una declaración que dice: Edmundo Rice fue movido por el Espíritu para reconocer a Cristo presente en el llamado a los pobres. De esta forma, los Hermanos definieron aquello que había llevado a Edmundo a dejar su trabajo, familia y próspero estilo de vida para trabajar con y por los pobres.

Los Hermanos comenzaron entonces a trabajar fuera de la red formal de colegios, aproximándose a los grupos más excluidos de la sociedad y en algunos casos viviendo entre ellos.